lunes, 29 de noviembre de 2010

Ausente

En la ausencia de una visita anunciada,



En el cauce de un río que se ahoga,


En el suministro de aguas que invaden


Los pensamientos furtivos de un corazón


Un corazón que ya no late.


Te recuerdo en la espera del alba,


Mientras las encrucijadas de la vida ocasionan


Displicentes memorias de regresiones


Que alimentan sedientos alientos.


Recupero en la noche las displicentes restricciones


Que la vida y la sociedad han logrado dibujar


En los linderos de un libre pensamiento


Que se ve cautivo de amistades, y lazos de celo.


Renuncio ante la brigada de espíritus y fantasmas


Pues vienen a enervar la poca sangre que aún corre


Por las venas, de este corazón desdeñado


Que se ha olvidado ya de toda cualidad.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Yo no quiero amaneceres...

Y a veces llegada la noche
Aquí me quisiera quedar:
Una vez sobrellevado el día,
¿Quién querría volver a empezar?

En la ausencia de la noche
Mediante el anonimato del sueño,
Descansa el cuerpo, y en vela el celo;
Permanezco en mis ganas de no estar.

...y a veces no quiero despertar.

jueves, 18 de noviembre de 2010

La Historia de Oruguilla

Pues este cuento en desorden, incompleto, inconcluso y aún sin forma es parte de una novelilla tonta que estoy escribiendo, cuenta la historia de Mariposa, que antes de ser nada fue una fea y triste Oruguilla para terminar siendo una hermosa y sola, muy sola Mariposa. Esa noche llovía mucho y Mariposa no hacía más que acurrucarse bajo las sábanas y soñar con que todo terminaba, esa noche no podía más que esperar que llegara el alba, y con ella la esperanza que da el sol cuando ilumina el día. Ella se sentía muy sola, había tenido tiempo, quizá demasiado, y a muy temprana edad sabía cuan sola estaba, como había siempre vivido y que seguiría viviendo así. Era muy ambiguo ver como durante todo ese tiempo había estado para ella allí Árbol, siempre presente y siempre distante, cautivo de sus raíces y aún así tan grande para cobijarla con su sombra aún estando ella lejos, pero Árbol era eso, un gran tronco que podía protegerla, que quería cuidarla y guiarla, pero no era una compañía, no era un compañero, no podía jamás ser un amigo, y a veces eso parecía ser un desperdicio. En algún momento de su vida, antes de que crecieran sus alas y se llenaran de colores, Mariposa conoció a Colibrí, la más bella de las aves y esta fue su historia.


Era Julio a principios de mes, ya entrada la noche y cobijada por las estrellas y las nubes fue que se conocieron. Oruguilla estaba en compañía de las Monarca, esas mariposas que nunca se quedan en un sitio y regresan solo muy de vez en cuando, y entonces al ver pasar un grupo grande de pájaros haciendo muchos ruidos, se acercó al ver que había entre ellos aves de todas las especies, incluso todo tipo de animales. Ninguno de los individuos le prestó atención a Oruguilla, siguieron volando y platicando como si no estuviera ella allí, o como si siempre hubiera estado. Entre tanto bullicio, y tanto balbuceo ella notó a Colibrí, su aleteo tan frecuente no permitía que ella pudiera apreciar cuan bella era y cuan bellos eran su colores, pero era la más serenas de todas ellas, tenía un aire altivo y de indiferencia que en seguida intrigo a Oruguilla, la pobre creía que alguien tan seguro de sí mismo (aparentemente) sería capaz de brindarle la amistad que tanto necesitaba y mitigar así su inminente soledad.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

...¿siempre quien fue?

Van pasando las horas, y no se entiende que es lo que marca el reloj. Viene entrando en la vida la ausencia de no saber qué se extraña y qué no. Reconózcame distante, perdida, aturdida. Inmersa en el eco de mi absurda ociosidad. Aferrada caprichosamente al vacío y la banalidad de no querer aterrizar. Y es que la vida no se cimbra, hay que haber andado el camino, ha de seguirse largo y tendido hasta que las piernas se detengan y no se puedan levantar. Los senderos se pasan de corrida, y las sobras que cobijan siempre han de quedarse atrás. Sin nombre, sin rostro, identidad. No son ellas quien creemos que son, ni mucho menos aquellos que creen ser y es que...



Éste no eres tu, así como aquel no fui yo, así como Lauro nunca ha de ser aquél que cuento me ha roto el corazón, Jeremías son gritos en mi conciencia, lamentos, ideas, una creación. Un personaje que mi soledad dibujó. Ella, él, tú. Ustedes, nosotros, yo, esa, ese, aquél; ni eres tu, ni es el otro, ni soy yo. Siempre que se narran las historias no se hablan de quien se cree hablar, ni uno es quien se cree se es. Ella es yo cuando yo pudiera ser aquel, y aquél que creo fue mío podría no ser sino de él. Y él o yo, sigue siendo únicamente aquél que junto a mí una noche soñó. Pues ese que quiero no es precisamente a quien amo, y aquel al que ni amo no es ese del que pudiera yo hablar, quizá a veces ame más a quien quiero, puede ser que me atreva a creer en el amor por aquel que creo amar.







Septiembre 9 de 2010

Rara vez pudo el teclado conocer los secretos que guardaba el cuaderno.  Son pocas las veces en que el dedo recibe aquel voto de confianza que da el alma a la mano cuando esta sostiene un lápiz.
Casi nunca son las veces en el alma se enreda a una tecla en la ciega complicidad.

A pesar de asumido el riesgo de pasar del papel al monitor, no sea asume la libertad de elevar el velo y desnudar el alma ante quien es ajeno, y los miedos ante un conocido lector.
La sincronía entre pluma y mano; la acronía entre teclado y palmas.  No se puede coordinar en mega pixeles lo que la tinta ha logrado adornar.

Datos personales

Mi foto
Tierron/Tierrancho, Laguna, Coahuila, Mexico
Pues bien a mi me ha dado por escribir. Algunas veces me confiezo soñadora y llena de esperanzas, pero otras permito que escriba El Francotirador que es a quien le es más fácil hablar de este mundo en aquellas ocasiones en que la esperanza y la ilusión se pierden en mis manos. Entonces aparece Franco que siendo tan franco cae en lo pesimista, en lo realista. Espero les gusta la mancuerna que hacemos, saludos. A grandes razgos, no hace falta más que leerme un poco para conocerme bastante.