Según la incierta fuente "Minuto Filosófico" en Facebook, Victor Hugo en algún lado dijo "La Melancolía es la felicidad de estar triste." Tenía mucho que no me tomaba la libertad de escribir como lo hacía antes, utilizar el espacio como un diario, un psicólogo, un terapista, un amigo. Mis aspiraciones literarias son muchas, y quizá debería de hacer más caso de Mafalda y comenzar a volar en lugar de tomarme tanto tiempo planeando. Sin embargo, por esta noche, dejemos de lado los planes, las aspiraciones, todo lo que se tiene trazado, y dispongámonos a escribir, y escribir mucho. Aunque se escriba mal. Hace ya algunos días por situaciones personales un sentimiento de soledad, y una serie de reflexiones al respecto han venido invadiendo mis días y mis noches. Digamos que me he embriagado de soledad.
Creo que en publicaciones anteriores les he comentado de mi cuenta en la red social Twitter, y de cómo un simple Tweet logra dibujar sonrisas en mí. Pues bien, así como genera este sentimiento de bienestar, ya que desde mi punto de vista, y creo que ya ha habido quien lo diga, twitter es un mercado abierto las 24 horas del día, sin límites de dimensiones y distancia. Recorriendo los timeline de diferentes Twitteros, me he ido encontrando con blogs, con vidas, y con personajes interesantes que han logrado mitigar mi soledad. Lo interesante aquí es que pese al concepto que tiene la sociedad de "soledad" y la forma en que solemos relacionar la palabra con un sentimiento de "tristeza" la soledad en mí ha tomado un nuevo significado. Me he acercado a ella desde una perspectiva diferente. Desde la melancolía...
Y si, el reconocerme sola, y con miedo a permanecer así ya no provoca en mi tristeza y desolación. Si bien en determinado momento pudiera llegar a sentirme así, mi relación con mi Amiga Soledad ha cambiado tanto que hoy por hoy disfruto de esa tristeza. Soy feliz siendo triste al sentirme sola. Vaya que soy algo complicada. Anteriormente me había costado mucho abrazar mi soledad por creer que si estaba así era única y exclusivamente "por mí." Es decir que yo creía que no era ni lo suficientemente bonita, ni lo suficientemente agradable, los suficientemente simpática, lo suficientemente inteligente, lo suficientemente amiga, lo suficientemente "amable" como para que la gente a mi alrededor me aceptara y me acompañara SIEMPRE. Hoy por hoy entiendo que ser Yo, es suficiente para cualquier cosa, entiendo que la Soledad que me ha venido embriagando no es relativa exclusivamente a mi persona, sino que es inherente a mi condición de persona, ya que por algo nacimos y morimos solas. Entiendo que si bien aunado a mi condición de persona se suman mis virtudes y defectos que para alguna gente pudieran ser más difíciles de aceptar, eso no se traduce a mi soledad. Ya que generalmente cuando de más gente estoy rodeada es cuando más sola me siento. Y no obstante estoy consciente, tranquila, y feliz, de sentirme "melancólicamente sola"
Un sitio que alimenta mi ego dejando huella de las ideas que pasan por mi cabeza, un gesto de humildad en mi platónico afán de escribir y publicar.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
jueves, 9 de septiembre de 2010
México, Creo En Tí por Ricardo López Méndez
¡México, Creo En Ti!...
Por Ricardo López Méndez
México, creo en ti,
Como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
Y sin embargo, ríes demasiado,
A caso porque sabes que la risa
Es la envoltura de un dolor callado.
México, creo en ti,
Sin que te represente en una forma
Porque te llevo dentro, sin que sepa
Lo que tú eres en mí; pero presiento
Que mucho te pareces a mi alma
Que sé que existe pero no la veo.
México, creo en ti,
En el vuelo sutil de tus canciones
Que nacen porque sí, en la plegaria
Que yo aprendí para llamarte Patria,
Algo que es mío en mí como tu sombra
Que se tiende con vida sobre el mapa.
México, creo en ti,
En forma tal, que tienes de mi amada
La promesa y el beso que son míos.
Sin que sepa por qué se me entregaron;
No sé si por ser bueno o por ser malo,
O porque del perdón nazca el milagro.
México, creo en ti,
Sin preocuparme el oro de tu entraña;
Es bastante la vida de tu barro
Que refresca lo claro de las aguas,
En el jarro que llora por los poros,
La opresión de la carne de tu raza.
México, creo en ti,
Porque creyendo te me vuelves ansia
Y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo es por tu cielo,
Si conozco el dolor es por tus lágrimas
Que están en mí aprendiendo a ser lloradas.
México, creo en ti,
En tus cosechas de milagrería
Que sólo son deseo en las palabras.
Te contagias de auroras que te cantas.
¡Y todo el bosque se te vuelve carne!
¡Y todo el hombre se te vuelve selva!
México, creo en ti,
Porque escribes tu nombre con la X
Que algo tiene de cruz y de calvario:
Porque el águila brava de tu escudo
Se divierte jugando a los “volados:
Con la vida y, a veces, con la muerte.
México, creo en ti,
Como creo en los clavos que te sangran:
En las espinas que hay en tu corona,
Y en el mar que te aprieta la cintura
Para que tomes en la forma humana
Hechura de sirena en las espumas.
México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!
México, creo en ti,
Porque eres el alto de mi marcha
Y el punto de partida de mi impulso
¡Mi credo, Patria, tiene que ser tuyo,
Como la voz que salva
Y como el ancla...!
Por Ricardo López Méndez
México, creo en ti,
Como en el vértice de un juramento.
Tú hueles a tragedia, tierra mía,
Y sin embargo, ríes demasiado,
A caso porque sabes que la risa
Es la envoltura de un dolor callado.
México, creo en ti,
Sin que te represente en una forma
Porque te llevo dentro, sin que sepa
Lo que tú eres en mí; pero presiento
Que mucho te pareces a mi alma
Que sé que existe pero no la veo.
México, creo en ti,
En el vuelo sutil de tus canciones
Que nacen porque sí, en la plegaria
Que yo aprendí para llamarte Patria,
Algo que es mío en mí como tu sombra
Que se tiende con vida sobre el mapa.
México, creo en ti,
En forma tal, que tienes de mi amada
La promesa y el beso que son míos.
Sin que sepa por qué se me entregaron;
No sé si por ser bueno o por ser malo,
O porque del perdón nazca el milagro.
México, creo en ti,
Sin preocuparme el oro de tu entraña;
Es bastante la vida de tu barro
Que refresca lo claro de las aguas,
En el jarro que llora por los poros,
La opresión de la carne de tu raza.
México, creo en ti,
Porque creyendo te me vuelves ansia
Y castidad y celo y esperanza.
Si yo conozco el cielo es por tu cielo,
Si conozco el dolor es por tus lágrimas
Que están en mí aprendiendo a ser lloradas.
México, creo en ti,
En tus cosechas de milagrería
Que sólo son deseo en las palabras.
Te contagias de auroras que te cantas.
¡Y todo el bosque se te vuelve carne!
¡Y todo el hombre se te vuelve selva!
México, creo en ti,
Porque escribes tu nombre con la X
Que algo tiene de cruz y de calvario:
Porque el águila brava de tu escudo
Se divierte jugando a los “volados:
Con la vida y, a veces, con la muerte.
México, creo en ti,
Como creo en los clavos que te sangran:
En las espinas que hay en tu corona,
Y en el mar que te aprieta la cintura
Para que tomes en la forma humana
Hechura de sirena en las espumas.
México, creo en ti,
Porque si no creyera que eres mío
El propio corazón me lo gritara,
Y te arrebataría con mis brazos
A todo intento de volverte ajeno,
¡Sintiendo que a mí mismo me salvaba!
México, creo en ti,
Porque eres el alto de mi marcha
Y el punto de partida de mi impulso
¡Mi credo, Patria, tiene que ser tuyo,
Como la voz que salva
Y como el ancla...!
jueves, 2 de septiembre de 2010
María
En la madrugada
durante la espera de la siguiente noche,
María lloraba el cantar del sol.
Ya hace tiempo las noches le eran largas.
Yacía a falta,
de que faltaran razones.
Pa no querer que llegue la noche
por temor al comienzo del alba.
Pesábale la ropa que traía,
pesole la sonrisa dibujada,
Compañía de las sombras por silueta,
se permitía también el pesar de nada.
Comíanle las horas las ganas,
dormíanse en sus sueños las ganas,
esperando bajo el árbol siempre,
la llegada de un no hubiera mañana.
Yacía ya tarde para decir "cuando sea grande"
el reloj marcaba temprano
en tratándose de hablar de amor.
Indubitable ante el aire le caía,
sobre el semblante, la lluvia de dolor.
El dolor sintiolo de tal forma,.
Pareciendo no se sintiera nada.
La lluvia cayóle de madera,
en la nada se abrazábase aquel dolor.
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- Elena Iduñate
- Tierron/Tierrancho, Laguna, Coahuila, Mexico
- Pues bien a mi me ha dado por escribir. Algunas veces me confiezo soñadora y llena de esperanzas, pero otras permito que escriba El Francotirador que es a quien le es más fácil hablar de este mundo en aquellas ocasiones en que la esperanza y la ilusión se pierden en mis manos. Entonces aparece Franco que siendo tan franco cae en lo pesimista, en lo realista. Espero les gusta la mancuerna que hacemos, saludos. A grandes razgos, no hace falta más que leerme un poco para conocerme bastante.