martes, 18 de enero de 2011

Mis noches insomnes...

El vacío que emana tu presencia viene a dejar de lado la culpa de estar junto a ti, de soñar hacer una vida contigo para ya despierta poder entender que nunca he sido de ti.  En cambio a quien le conoce pregunto, siempre en silencio, siempre en secreto; que me cuenten que ha sido de él, que quien lo conoce por alguna extraña razón llegue y susurre, el futuro que la vida le dibujó.  Ansío una vez más en secreto saber de su vida, no porque quiera que regrese a mí.  Busco encontrar las respuestas que su partida se llevó sin que pudiera yo saber que es lo que fue de mí.  Aún el los vestigios de una vida, que el pincel del autor no supo dibujar.  En espera de descifrar los secretos que solo el cantaclaro ha logrado conocer, espero en la divina claridad que únicamente el sacrificio es capaz de plasmar.  Me he comprometido en un nuevo juego, usar las palabras al azar, únicamente tejerlas en atención a su sonido y a las múltiples sensaciones que el pronunciarlas logra despertar.   En el lienzo de los recuerdos, las memorias, y los besos que no te di, no se guardan más los anhelos de saber que hubiera sido de ti y de mí.  No obstante diacríticamente agradezco tu vuelta, pues fue una segunda venida que pude tomar como oportunidad de encontrarte a lo lejos, tenerte cerca, y una vez más descubrir que no fuiste de mí.

No tengo una historia que contar y logro trazar personajes, a partir de ellos me encantaría entrelazar sus vidas y buscar entonces dibujar una historia que fuera lo suficientemente buena como para atreverme a contar.

La mujer era alta, no era delgada ni mucho menos gorda, y albergaba en su ser una serie de incongruencias y ambigüedades, que antes de poder definirla como indefinida, delineaban su identidad, y la marcaban aún más como una mujer cuadrada. Difícil de no descifrar.  Su trabajo era monótono, tedioso, de oficina, y sus noches vacilaban en el tedio aún más.  Su cabello rubio y rizado dibuja su silueta como si fuera un busto que alguien hubiera esculpido con una venda en los ojos, que no le permitía ver más allá.

El en cambio era un hombre aún más alto, su tez era tan obscura que no te permitía ver más allá.  El color era firme, sedoso.  Lo interesante de él no era lo que hablaba si no lo que en el vació de sus ojos lograba callar.

Algo pasa y no logro entender porque todo lo que escribo tiende a ser “retórico” quizá debiera cambiar el señalamiento de persona con tendencias melancólicas al de persona con tendencias retóricas.  Tengo en manos la historia de orugilla, no he logrado terminarla, no he logrado continuar.  He estado presenciando tantas vidas que hasta el día de hoy no he podido tomar una en consideración para hacer de ella una novela, un cuento o un breve relato.  Debo trabajar en mi narrativa y he empezado o creo que voy a empezar por asignarme la tarea de narrar todo, y de todo lo narrado intentar hacer una historia.

Eran las 8 y media de la mañana, y como siempre opté por el “un ratito más.” Tomé el teléfono y oprimí el botón que silenciaria mi despertador lo suficiente para dormirme una hora más.  Otra vez absorta en mi sueño, aún no se si estaba durmiendo o tan solo pretendía dormir… entró mi madre en mi habitación.  Como siempre ese aspecto seco con que amanece en las mañanas.  Las facciones borradas, la mirada dura, un tanto triste, un tanto olvidada.  El pelo desaliñado propio de cualquiera recién levantado de la cama.  Con su particular gesto de cruzar los brazos al entrar a mi cuarto me preguntó: “¿Te vas a bañar, o apago la bomba?”- todos los días me hago la misma pregunta, pues no se si llega en tono de reproche o de cortesía.  Como dije líneas arriba suele llegar y su llegada en una invitación a salir de la cama de manera inmediata y a empezar el día sin mayor premura.  No obstante, una vez realizado el acto su trato es tan amable que te invita a no salir, a permanecer el día en casa y olvidarte de las obligaciones que la monotonía se atreviera a traer a ti.

Eran las 10 cuando estos pensamientos abandonaron mi cabeza, me levanté de la cama y me dispuse a empezar el día.  Siempre llega este momento en que decido no dormir más para una vez que estoy lista me arrepiento de haber tomado esa decisión.  Llega un momento en la mañana, y abundan aún más en la noche los momentos, en que quisiera que el día acabara ya, para congelarse en la noche y no tener que recibir entonces el nuevo despertar.  Ese amanecer que viene con el mismo canto y que repite día con día el tedio andar de trabajar, estudiar, vivir.  Y es que duermo tan poco que a veces me olvido de soñar.

Escribamos de México, de este país que duele en Enero, en Diciembre y en Febrero, que recibe a noviembre con las lágrimas en mano, y roba el mes de julio y agosto siempre sufriendo siempre extraño.

Te regalos mis noches insomnes, mis pensamientos rotos, mis sentimientos añejos.

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Tierron/Tierrancho, Laguna, Coahuila, Mexico
Pues bien a mi me ha dado por escribir. Algunas veces me confiezo soñadora y llena de esperanzas, pero otras permito que escriba El Francotirador que es a quien le es más fácil hablar de este mundo en aquellas ocasiones en que la esperanza y la ilusión se pierden en mis manos. Entonces aparece Franco que siendo tan franco cae en lo pesimista, en lo realista. Espero les gusta la mancuerna que hacemos, saludos. A grandes razgos, no hace falta más que leerme un poco para conocerme bastante.